miércoles, 9 de abril de 2008

Una y otra vez


Se hace tarde, sales al balcón, miras calle abajo pero no viene, enciendes un cigarrilo, cuando te has fumado la mitad te das cuenta de que no te apetecía fumar y lo apagas en el cenicero que hay sobre el alféizar pero tres minutos más tarde enciendes otro y este sí te lo fumas entero. Sigue sin llegar, pasas al salón, coges el periódico pero no hay manera de que te centres, pruebas con la tele, tampoco.

Cuando ya estás levantándote para salir de nuevo al balcón oyes la puerta. Sales corriendo hacia allí y lo ves entrar. Te abrazas a él como si hiciera años que no lo ves pero tan sólo ha estado cuatro horas fuera.

Se pasa mal cuando echas de menos a alguien pero qué gozada el reencuentro.

1 comentario:

Viky dijo...

Sí, a veces merece la pena ese echar de menos solo por el gustito que da el reencuentro, que pone la piel de gallina solo con imaginarlo.
:-)