lunes, 17 de septiembre de 2007

Tengo que entrar


La puerta de la habitación ya está abierta. Camino dubitativo hacia ella, tengo que entrar, es necesario, pero tengo miedo. Sólo son cuatro paredes de un blanco asfixiante, y yo en medio sin escapatoria ni entretenimiento posibles. Podría llenarla de cosas, no sé, cajas por ejemplo, pero no es mi estilo. Si te la han dejado vacía no la toques, motivos habrá. Otra de las reglas de la habitación es: No has de salir de ella si no es porque vienen a buscarte, ah y no puedes provocar que vengan, no seas llorica.

Que ¿quién pone las reglas? Yo. Te preguntarás por qué no me las salto entonces y no te faltará razón. Verás, no lo sé, ya me las he saltado otras veces y no descarto saltármelas de nuevo, pero entonces tendré que someterme a una realidad más asfixiante todavía, y a un miedo mayor.

Sólo hay una diferencia respecto a otras veces que he tenido que entrar. En esta ocasión estoy dispuesto a hacerle frente al miedo.

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