
Una caída jugando al fútbol, un ataque de asma, deficiencias en la señal de televisión. Todo eso lo puede traer el viento, pero también puede traer aromas nuevos y maravillosos, calorcito de otros rincones, o empujar hasta nuestros pies un papel que perdímos en el que estaba apuntado el teléfono de alguien a quien llevamos mucho tiempo pensando en llamar y eso nos hace no demorarlo más.
No siempre es a favor, está claro, pero me gusta el viento.
2 comentarios:
Pues será el viento el que me trajo el papel donde anoté tu blog y me lo he leido del tirón. Le pediré que, suave, no deje de soplar.
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