miércoles, 15 de octubre de 2008

Memorias de verano


Hace mucho que decidí, supongo que por saturación infantil, que no me gusta el mar.

Sin motivo aparente este verano sentí que necesitaba escaparme hasta una playa. Darme un chapuzón, quedarme mirando al infinito o contemplar la caída del sol. Así lo hice y la verdad es que la experiencia fue muy reparadora.

Hace casi tres meses de eso y hoy me he sorprendido recordando aquellos momentos y asimilándolos a lo que vivo ahora.

El mar está en calma y la temperatura del agua es estupenda. Es verdad que nadando a veces te encuentras una bolsa de patatas fritas que algún desaprensivo ha tirado o puede que incluso te pique una medusa, pero ese mal rato no es capaz de empañar la sensación de paz, y en mi caso, el descanso muscular que tanto necesito

1 comentario:

Carmen dijo...

Hay que aumular fuerzas durante el invierno: el próximo verano escucharemos las olas y veremos amanecer desde la tienda de campaña.