sábado, 29 de marzo de 2008

Tentación


Qué sencillo es encontrar la estabilidad en la rutina, y qué peligroso también.

Harto de dar vueltas y vueltas sin saber muy bien lo que andas buscando de pronto te das cuenta de que el sitio en el que estás no es incómodo del todo, que hace tiempo que el suelo no resbala, no hace frío y, al menos a simple vista, no hay peligros al acecho.

Entonces crees que ha llegado el momento de decir aquí me quedo y plantas tu campo base, da igual que sea con cuatro palos, una tela raída como pared y un plástico para el techo, da igual.

Doblas tu almohada en dos, la usas como cojín en medio de tu nueva casa, encuentras un rincocito para poner el camping gas y hacerte un café. Con el humo de la taza subiendo hasta tu nariz crees tener todo lo que te hace falta y te relajas. Aquí se está bien - te dices - para qué ir más allá, estoy cansado de caminar, de tropiezos, de asaltos en plena travesía, y te paras.

Durante un tiempo te quedas ahí, comes, duermes, te miras el ombligo te compadeces de ti mismo. Pasan los días y te das cuenta de que estás haciendo el bobo, que caminar no está tan mal, que aunque tropieces hace tiempo que no te haces daño de verdad en una caída, entonces te levantas y sales de tu tienda cutre, mirás al horizonte y te invaden las ganas de echar a andar pero la pereza te puede y vuelves al interior de tu chamizo con la derrota en la cara.

De pronto un día oyes ruido fuera y te levantas a ver qué ocurre. A pocos metros de tu campo base encuentras a otra persona montando el suyo, te acercas a saludar a tu nuevo vecino, entablas conversación y tras las presentaciones le escuchas contarte lo lejos que quiere ir, pero también que necesita descansar. Cuando termina de contarte su excitante historia te pregunta por la tuya, agachas la cabeza y le dices "mi historia terminó aquí, no había ningún sitio más donde ir"

A la mañana siguiente tu nuevo vecino viene a tu encuentro a la hora del desayuno. Te invita a su tienda que apenas tiene nada dentro pues no piensa detenerse mucho tiempo. He estado toda la noche pensando en lo que me dijiste ayer - te dice - y ¿sabes qué pienso? Tu viaje no se ha terminado lo que ocurre es que vas a un lugar tan lejano que tienes miedo de no llegar y por eso te paras. Creo que vamos al mismo sitio ¿Quieres que vayamos juntos?

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Chiki dijo...

eh, me gusta mucho más este formato.
Besos
Chiki