Cuando, a deshora, me has asaltado por los pasillos para despedirse no he sabido qué hacer. Quería abrazarla pero no podía, quería decirla quédate pero sé que no debe hacerlo. He intentado no pensarlo. Un rato después, al ver su silla vacía he llorado por dentro para que nadie más me vea. Desde que aprendí lo uso mucho, quizás demasiado
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Feliz Navidad, Pablo. Un abrazo.
Manu
Publicar un comentario